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martes, 16 de junio de 2015

FRAY DOMINGO DE PETRÉS, UN PALANTINO QUE AYUDÓ A CAMBIAR EL NUEVO MUNDO

Este capuchino nacido en Petrés es el protagonista de un libro publicado en Bogotá, ciudad colombiana donde recayó como misionero, y que ayudó a cambiar a través de sus manos y conocimientos de albañilería.

"Fray Domingo de Petrés en el nuevo reino de Granada", este es el título de la publicación realizada por el  Instituto Distrital de Patrimonio Cultural de Bogotá (Colombia), con motivo de la conmemoración de los doscientos años de la muerte de este petresano, que desarrolló una importante labor en la capital colombiana.

Con sus conocimientos como arquitecto, impulsó los nuevos lenguajes arquitectónicos que cambiaron el rumbo de la imagen de las ciudades, especialmente la de Santafé, antes de la independencia de los territorios españoles en América, contribuyendo a la era de transformaciones en una ciudad en la que se presagiaban tiempos de renovación.

Ahora, para  incentivar un diálogo entre la ciudad actual, la ciudad antigua, el patrimonio cultural arquitectónico y los habitantes de la capital, se ha publicado esta guía con el ánimo de que cualquier ciudadano pueda llevarla consigo y recorrer el territorio, a través de la obra de Fray Domingo de Petrés.

Esta publicación ha sido fruto del esfuerzo investigador de Vicente León, Germán Mejía, Marcela Cuellar, Hugo Delgadillo, María Clara Torres y Andrés Peñarete, que ha cristalizado en este trabajo editado por el Instituto Dististral de Patrimonio Cultural, dependiente del Ayuntamiento de Bogotá.


En la publicación, se realiza un perfil biográfico de su protagonista, además de contar con numerosas fotografías, planos y reseñas cronológicas de los monumentos en los que participó Fray Domingo de Petrés dentro de la ciudad de Bogotá, como son la Iglesia y convento de San José, populamente conocido como "La Capuchina", El Acueducto y Fuente de la plaza de San Victorino, el Hospital San Juan de Dios y la iglesia del mismo nombre, la Iglesia de la Concepción, el Observatorio Astronómico Nacional de Colombia, la Cúpula de la Iglesia de San Ignacio, la Real Casa de la Moneda, el Convento e Iglesia de la Enseñanza, La Catedral Primada de Colombia, la Iglesia y Convento de Santo Domingo, El Mausoleo del Obispo Fray Cristobal de Torres y la capilla de Ntra Sra del Rosario, la iglesia de San Francisco, o el templo de San Diego (Padres Franciscanos Observantes)

También recoge algunas de las obras realizadas fuera de Bogotá, como el Puente de la Serrezuela en Madrid (Cundinamarca), la catedral de Zipaquirá, La Hacienda Aposentos de Jimijaca, la Basílica de Nuestra Señora de la Chiquinquirá, a las afueras de la capital, el puente del Topo en Boyacá, o la Catedral Basílica de la Inmaculada Concepción de Santafé de Antioquía.

Además, para poder recorrerlas a modo de visita guiada, se ha insertado también un pequeño plano para poder recorrer la ciudad en busca de estas construcciones.

EL PERSONAJE

Joseph Pascual Domingo Buix Lacasa o Domingo de Petrés (10 de junio de 1759 en Petrés (España) - 1811 en Bogotá (Colombia)) fue un monje capuchino que emigró en 1792 al Virreinato de Nueva Granada (actual Colombia), donde fue el primer arquitecto de formación de Bogotá, donde trabajó entre la última década del siglo XVIII y la primera del siglo XIX.

Diseñó y dirigió varias obras civiles y eclesiásticas en la Nueva Granada, en especial de templos neoclásicos con barroco popular, como la Catedral de Santa Fe de Antioquia en 1799 y de la Catedral Primada de Colombia de estilo neoclásico, aunque murió poco antes de verla terminada.

Hijo de una humilde familia de albañiles, a los que pronto ayudó desde niño, a los 18 años (es decir, en 1777) ingresó en el Convento de la Magdalena, en Masamagrell, de donde regresó tres años después como hermano lego después de hacer su noviciado.

Entre marzo de 1780 y septiembre de 1781 estuvo destinado a los conventos de Alcira, Segorbe, Albaida, Caudete y Monóvar, desarrollando su oficio de albañil en tareas cada vez más complejas y de mayor responsabilidad. Para la Orden de los Franciscanos Menores su trabajo era muy importante ya que el deterioro acumulado a veces de varios siglos, los terremotos y otros problemas habían ocasionado una necesidad creciente de emprender las tareas de restauración y construcción de nuevas obras eclesiásticas, tanto entre las que eran propias de la Orden de los Capuchinos como de otras congregaciones.

Rotulo de la calle dedicada en Petrés
En Monóvar hizo amistad con fray Juan de Cartagena, quien le facilitó el Libro de Arquitectura de Fray Lorenzo de San Nicolás (hermano agustino, madrileño), obra que vino a constituir un excelente punto de apoyo en su formación que ya trascendía el oficio de albañil para entrar de lleno en el campo de la arquitectura.

De todos los estilos arquitéctónicos, Domingo de Petrés siempre se inclinó por el neoclásico, por considerarlo más sencillo y austero y más cónsono con las reglas estrictas de la orden a la que pertenecía.

Ello no fue obstáculo para que en las labores de reconstrucción de muchos templos en los que intervino (sobre todo en la Nueva Granada), siempre tratara de respetar el estilo original, dentro de sus posibilidades, sobre todo en la restauración del interior, con el fin de aprovechar lo que allí se podía conservar.


Su viaje a América fue debido a las necesidades de modernización introducidas por el gobierno de Carlos III  tras la expulsión de los jesuitas en 1767, que trajo como consecuencia que fuera a los capuchinos valencianos a los que se les encargara la tarea de reemplazar a los jesuitas en las tareas misionales del norte y centro de Nueva Granada (actual Colombia). Y como desde hacía algún tiempo, las autoridades civiles y eclesiásticas del virreinato estaban solicitando personas que se encargaran de dichas tareas más urgentes, el provincial de la orden capuchina en la Nueva Granada, Antonio de Muro, solicitó el envío desde España (y particularmente desde Valencia) de unos 20 padres y hermanos legos que se encargaran de dichas tareas, que al final se redujeron a 14, entre los cuales se encontraba fray Domingo de Petrés.

El viaje, iniciado en el puerto de Alicante el 7 de enero de 1792, tuvo unos inicios muy accidentados que retrasaron su llegada a Cartagena de Indias hasta el 25 de abril de 1792, junto a los padres capuchinos Andrés de Aras, presidente, Mariano de Confrides, Félix de Guadasuar, Salvador de Alcoy, Antonio de Callosa, Lorenzo de Cocentaina, Antonio de Benafer, Pedro de Mallorca, Josep de Canet y Ambrosio de Callosa y los hermanos legos Antonio de Sax, Antonio de Villalpando y Domingo de Masamagrell.

Placa conmemorativa en
honor a Petrés, con motivo
del programa de las fiestas
conmemorativas del II
centenario del natalicio de
Petrés, efectuada el 9 de junio
de 1959 en Bogotá. Fotografía:
Margarita Mejía-IDPC
De Cartagena de Indias pasó al poco tiempo hacia la capital del Virreinato (Santafé de Bogotá) donde llegó el 1 de agosto de 1792 y casi inmediatamente se puso a trabajar en la restauración y construcción de obras arquitectónicas, tanto civiles como eclesiásticas, entre las que cabe destacar la Iglesia y convento de San José, populamente conocido como "La Capuchina", El Acueducto y Fuente de la plaza de San Victorino, la Iglesia y Convento de Santo Domingo, o la Basílica de Nuestra Señora de la Chiquinquirá, a las afueras de la capital.

Otras obras relevantes, o intervenciones significativas, en las que participó este fraile petresano son el Observatorio Astronómico Nacional de Colombia, la catedral de Zipaquirá, el Hospital San Juan de Dios y la iglesia del mismo nombre, la iglesia de Guaduas, el puente del Topo, el puente de la Serrezuela, el templo de San Diego (Padres Franciscanos Observantes), la iglesia de San Francisco, la iglesia de Santa Inés, la Real Casa de la Moneda y el colegio de San Agustín.

Una vez más, queda patente la relevancia de ciertos personajes nacidos en tierras palantinas y no de todos conocidos, que sin embargo permanecen en la memoria y el recuerdo de otras tierras y personas más que en las de su tierra natal.

Valga desde estas líneas un recuerdo a su figura, y el agradecimiento al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural de Bogotá por facilitame esta obra sobre Fray Domingo de Petrés, en especial al subdirector de divulgación, D. Alejandro Burgos..

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